¡A Preparar Rompope!
En estas fechas, siempre se me vienen a la mente, recuerdos de fiestas decembrinas del antaño, cuando me vestía en ropa más joven y los sabores se sentían más robustos. Cómo olvidarse de la masacre a la hora de quebrarse la piñata, pisando encima de hermanos, primos y amigos en mi estampida sin piedad, para juntarme la mayor cantidad de dulces que todos.
Por lo especial de los días, nunca faltaba la copita de rompope que nos ofrecía alguna y otra de mis muchas tías. Casi siempre se nos servía solo una copa por niño ¡no vaya a hacer que luego le agarren el gusto! A menos que alguien lograba hacerle trampa y conseguir que se le sirviera otra ronda. ¡Qué gusto que me daba este primer sorbito! Chiquito, para que durara. Recuerdo que me lo quedaba en la boca, presionándolo hacia arriba con mi lengua para extender una pequeña cantidad en todo el paladar y así lograr una explosión de sabor.
La verdad es, que jamás me acuerdo haber visto a algún pariente mío preparar rompope para la ocasión. De hecho, tengo memoria de la botella de dónde se llenaban las copitas. La de cuello alto con la etiqueta de una monja sosteniendo un libro en sus manos. Fue más tarde que me enteré de que hay más marcas en el mercado. Y aún más tarde, hasta pisar tierras de Europa oriental, que me di cuenta de que no es tan fácil degustar rompope en algunos países como Grecia, por ejemplo. Y entonces, me puse a buscar…
Explorando la historia
Probablemente, la historia más contada acerca de la fabricación del primer rompope en México, tiene que ver con el Convento de las Hermanas Clarisas, en la ciudad de Puebla. Las profesas, siempre estaban experimentando con la creación de nuevos platillos, mezclando sabores, texturas y colores. Pero, esta orden de religiosas llegó a ser reconocida por sus preparaciones de dulces y licores, que inicialmente regalaban a la realeza del país, la jerarquía de la iglesia y sus por supuesto, a sus benefactores. Más adelante, empezaron a venderlos al público, para sufragar los gastos del convento.
El rompope, era elaborado por varias monjas, pero solo una era la autorizada a probarlo. La profesa Eduviges, era la quién al terminar la preparación, se encargaba de ver que estuviera en su punto, con el alcohol necesario para un buen sabor y conservación de la misma. Dado que en aquella época, el alcohol estaba prohibido para las religiosas, a las demás monjas, no les quedaba otra que imaginar a través de las palabras de Eduviges, lo divino que quedaba esta bebida.
Pero Eduviges, que era de corazón grande, tenía el deseo de que todas se enteraran del buen sabor de esta crema. En su afán de que todas las hermanas pudieran disfrutar del rompope y para el deleite de toda la orden, se las ingenio para que el Obispo cediera a dar su consentimiento, ya que ¡una copita, no le haría daño a nadie! Tan encantadas quedaron todas de su sabor, que no tardaron en darles de probar a los devotos, quienes en su turno, comenzaron a pedir botellas del encantador rompope.
Aunque la historia no cuenta a ciencia cierta que las Hermanas Clarisas fueran las creadoras de esta bebida en México, se cree que su creación tiene que ver con un error en la preparación de una natilla. Al no obtener la consistencia deseada, no hubo más remedio que añadir aguardiente de caña, el alcohol más conocido y humilde de la región, teniendo como resultado una cremosa bebida con este ligero piquete de alcohol que caracteriza al rompope. Bien vale la pena recordar, que la vida dentro del convento era muy austera y no se podía dar el lujo de desperdiciar absolutamente nada de los alimentos. Como dato curioso: la religiosa encargada del almacén debería cumplir con ciertas cualidades, como son las de no ser tragona, golosa ni perezosa.
Buscando los orígenes
Indagando un poco más acerca del rompope, surgen muchas historias que confirman el origen no definido de esta bebida. Se cree que se fue modificando en su largo viaje, hasta llegar al continente Americano. Y es que países de Asia central como China, Mongolia y Rusia, elaboran una bebida con leche de yegua o de vaca, llamada Airag y conocida como Kumis en Kurdistán, a donde también llegó. Con la fermentación y dependiendo en la cantidad de azúcares que contiene la leche utilizada, este aperitivo sube o baja de graduación. A través de los largos viajes de los genoveses, llegó a Italia dónde se cree que se usaba como remedio casero para los estados febriles. En España se le agrega canela y aguardiente y se conoce como Caspiroleta, bebida encontrada por el mismo nombre en Perú.
Hay tantas distintas historias acerca del origen de esta bebida. Como la que menciona el historiador del INAH, Eduardo Merlo, que cuenta que el rompope llegó a las Américas desde el sur de España por colonos andaluces, quienes en su turno, eran altamente influenciados por tradiciones árabes. Merlo sostiene que aunque en la cultura de los árabes el consumo de alcohol no es permitido, estando en España, concibieron varios licores con una ligera cantidad de alcohol, entre ellos el rompope.
Se dice que originalmente, se conocía como ope-pope por el sonido que hace la pala, al golpear el líquido espeso en el cazo. De ahí la onomatopeya pasa a transformarse en una palabra legítima y toma su lugar como parte del idioma. Sin embargo, parece que al llegar a la Ciudad de Puebla, este nombre no gustó y es cambiado por rompope, ya que al hervir en el cazo de cobre y siendo agitado constantemente, el pope se rompe, o sea, las burbujas se rompen.
Sea como sea, la bebida de leche con yemas de huevo es conocida por varios nombres y viene en cantidad de versiones mundialmente. Desde el británico eggnog, también amado por los estadounidenses y canadienses, el advocaat de los países bajos, venerado por belgas, alemanes y por supuesto, holandeses, hasta el Ayrag de Medio Oriente, el Kumis de las estepas asiáticas y el kéfir del Cáucaso, todo apunta a una bebida ampliamente preparada por un gran número de civilizaciones de una considerable variedad de culturas.
¡A preparar rompope!
Después de todos los detalles históricos y la investigación de los orígenes del rompope, pienso hacer lo que quería hacer desde un principio: compartir la receta de mi rompopito navideño que preparé para endulzar el fin de este año tan amargo. ¡Espero que les gusté!
Ingredientes:
- 2 litros de leche
- 250 gr de azúcar
- 4 clavos de olor
- 1/2 cdta de bicarbonato de sodio
- 1/2 gr de nuez moscada
- 6 yemas de huevo
- 2 ramas de canela
- 50 gr de piñones, nueces o almendras (opcional)
- esencia de vainilla (opcional)
- alcohol de caña o ron al gusto
Procedimiento:
En una olla se vacía la leche, el azúcar, la nuez moscada, los clavos de olor y la canela. Integramos y llevamos a la estufa, a fuego medio. Sin dejar de menear para evitar que se pegue o llegue a hervir, lo mantenemos en el fuego por aproximadamente 40 minutos, hasta que tome un ligero espesor. Retiramos del fuego y lo ponemos a enfriar dentro de un recipiente con agua fría.
Una vez enfriada la mezcla, separamos las yemas de las claras. Con un globo vamos integrando poco a poco las yemas, agitando de manera rápida. Ya integradas, llevamos la olla nuevamente a la estufa, a fuego medio, como hicimos al principio y meneamos lentamente. Al alcanzar una temperatura casi al hervor, bajamos la flama al mínimo y continuamos meneando, sin separarnos de nuestra preparación por alrededor de 1 hora.
Retiramos del fuego y enfriamos de igual forma que la primera vez. Una vez frío, añadimos el aguardiente de caña o ron y la esencia de vainilla. Podemos incorporar a nuestra bebida, piñones, nueces o almendras molidos o dejarlo de manera sencilla. El último paso es refrigerarlo por un par de horas.
Sírvelo en copas pequeñas o vasos tequileros. Lo puedes acompañar con una rajita de canela y espolvoreado con canela molida.
El gozo
A mí, en lo personal, me gusta mucho el rompope con un licor de Kahlúa con hielos, y no hay nada como el clásico flan medio bañadito, de postre. Seguramente, hay montones de maneras para gozarlo y a veces, la mejor, es la de siempre…en una copita.
La verdad, disfruté mucho preparar rompope. Logré recrear la bebida de mis memorias de niña y eso es algo que me da el sentimiento de calor en familia que tenía en aquel entonces y que ahora, se siente en forma distinta. Vaya, vaya ¡qué fácil que se mete uno en el huracán de los recuerdos! ¿Cuáles son las memorias que tú relacionas con el rompope? ¿Qué es lo que te despierta? Déjame saberlo en un comentario y ¡felices fiestas!