Esta ma\u00f1ana me acerqu\u00e9 al supermercado para hacer mis compras habituales. Ahora con la pandemia es el \u00fanico lugar que visito con frecuencia. A veces pienso que ya formo parte del inventario. Casi a diario estoy ah\u00ed y ya, la mayor\u00eda de sus trabajadores me conocen. Me acerqu\u00e9 a la carnicer\u00eda cuando vi que el carnicero acomodaba los cortes de panceta que hab\u00eda hecho para exhibirlos en el mostrador. Desde mi lugar me pude percatar que todav\u00eda le quedaba un pedazo peque\u00f1o por cortar. R\u00e1pidamente por mi mente pasaron peque\u00f1os trozos de chicharroncito, ideales para unos taquitos con su aguacate y una salsita. <\/p>\n\n\n\n\n\n\n\n
Antes de que su afilado cuchillo pudiera partir en varias porciones la carne le dije: \u00a1Alto! eso es m\u00edo y lo quiero tal cual est\u00e1 por favor. Todo eso en un griego mocho pero entendible, as\u00ed que sonri\u00f3 y me pregunt\u00f3 \u00bfEst\u00e1s segura que lo quieres as\u00ed sin cortar? \u00a1Por supuesto! ya me encargar\u00eda yo de cortarlo a mi gusto. De regreso a casa, pensaba en lo feliz que se pondr\u00eda Yannis cuando le ense\u00f1ara lo que hab\u00eda encontrado. Era como una especie de sentimiento cavern\u00edcola, como aquel que vuelve feliz con su presa para comerla ese d\u00eda.<\/p>\n\n\n\n